lunes, 16 de abril de 2012

Misa de Acción de Gracias


El próximo sábado 21 de abril de 2012 a las 19,00 horas en la Parroquia de Santa Cruz tendrá lugar Misa de Acción de Gracias por la pasada Estación de Penitencia.

La celebración se oficiará de forma conjunta con el resto de Hermandades de la Parroquia.

Esperamos contar con vuestra asistencia.

martes, 10 de abril de 2012

FALTA SANGRE. LA COFRADIA QUIERE TU GENEROSIDAD.

El próximo viernes día 13 de Abril en la sede del Consejo Local de Hermandades y Cofradía de Cádiz, C/ Cobos, 10 en horario de 18,00 a 22,00 horas, se va a instalar la unidad móvil del Centro Regional de Transfusión Sanguínea de Cádiz.

Desde la Junta de Gobierno estamos orgullosos de la generosidad de los hermanos del Perdón, nos lo demostráis año tras año, ya que gracias a todos nuestros hermanos y colaboradores podemos finalizar todos los proyectos y poder mantener muy activa la Bolsa de Caridad Santa Gema de Galgani.

Ahora una vez más, el Hermano Mayor y la Junta de Gobierno queremos de vuestra generosidad, esta vez en un acto solidario para salvar vidas.

Recuerda que en cualquier momento nosotros, un familiar muy querido o un hermano de nuestra Cofradía pueden necesitarla y con este pequeño gesto podemos salvar una vida.

Acércate al Consejo a donar sangre, vas a perder quince minutos pero cuando termines puedes estar seguro que nuestra Cofradía estará muy orgullosa de tener a un hermano como tu.

Para que seáis concientes de la necesidad de la donación, adjunto os acompaño la circular recibida desde el CRTS


Como es habitual durante la Semana Santa disminuyen el número de donaciones de sangre. Como consecuencia después de este periodo nuestras reservas se encuentran disminuidas. Pero las necesidades de sangre en los hospitales se mantienen, o incluso pueden aumentar.


La sangre no se puede fabricar y cuando se pierde puede costarnos la vida. La única manera de poder hacer frente a esta necesidad es la donación de sangre de personas altruistas y generosas como usted.

Cada día necesitamos 180 donaciones.

Muchas gracias en nombre de los enfermos.

Para que la sangre esté siempre disponible, necesitamos su colaboración.

CONDICIONES PARA DONAR SANGRE:
- Edad entre 18 y 65 años, (donante nuevo máximo hasta los 60 años).
- Al menos 50 kilos de peso.
- Gozar de buena salud.

FRECUENCIA CON LA QUE SE PUEDE DONAR SANGRE:
- 2 meses entre una donación y otra.
- Máximo 4 donaciones en un año para los varones y 3 para las mujeres

Le pedimos un compromiso humanitario que lleve la salud a todas las personas que no gozan de ella.
¡Anímese!

HOY PUEDE SER UN BUEN DÍA PARA DONAR SANGRE.
GRACIAS POR TENER BUEN CORAZÓN.


Miguel Ángel Barbero Garcés.
Responsable del área de Promoción -Donación

domingo, 8 de abril de 2012

Evangelio comentado. Domingo de Resurrección.


FELIZ PASCUA DE RESURRECCION

¡CRISTO HA RESUCITADO¡ ¡ALELUYA!

Hoy es Domingo de Resurrección, el comentario sobre el Evangelio de San Juan nos lo ofrece José María Vegas, cmf desde la web ciudadredonda.org

CRISTO HA RESUCITADO. La resurrección que hoy celebramos es la que da sentido a la vida del cofrade y por ese motivo hoy domingo debemos dejar nuestras advocaciones para convertirnos todos en cofrades de la RESURRECCION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Comenzamos un nuevo año cofrade y sabemos que después de la muerte hay vida. Por ello, debemos aprovechar esta nueva oportunidad que nos ofrece Nuestro Señor Jesucristo de iniciar un nuevo año con la esperanza de una nueva fe renovada; esta fe dará sentido a nuestra vida durante todo el año.

El Hermano Mayor y la Junta de Gobierno, queremos felicitar a todas las Hermandades de Cádiz; a las que han podido realizar la Estación de Penitencia en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral y a las que han celebrado las estaciones penitenciales en sus sedes, por el trabajo y esfuerzo realizado.

A todas, muchas gracias.



- Domingo de Resurrección -

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9


El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

La resurrección de Jesucristo: la otra cara de la historia

¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

Al leer la Pasión (el Domingo de Ramos y el Viernes Santo) comprendimos que es posible leer la historia (la de la Pasión, la de la humanidad y la nuestra propia) “de otra manera”, positiva y esperanzada. En medio del dolor, la injusticia y la muerte fuimos capaces de encontrar ciertas claves que nos abrieron los ojos para la esperanza.

La noche de Pascua y su prolongación en la celebración del Domingo es una confirmación, es más, una proclamación que pone de manifiesto con toda su fuerza lo que empezamos a vislumbrar entonces. En medio de la noche celebramos la liturgia de la luz: las tinieblas empiezan a ser disipadas. Aunque es de noche, permanecemos en vela para ver esta luz, esta aurora. A esta luz la Palabra despliega ante nuestra mirada atónita toda la historia de salvación. Como una gran sinfonía se nos anuncia que, al hilo de la historia tormentosa y tantas veces malvada de la humanidad, Dios no ha estado durmiendo, sino que no ha dejado de actuar a favor de los hombres: “Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117). Contemplamos, pues, las grandes obras de Dios a favor de la vida, de la libertad, de la dignidad, a favor de los pobres y desvalidos, de las víctimas, a favor de todos sin distinción, pues llama a todos a la reconciliación, la restauración y el perdón.

Estas grandes obras de Dios han culminado definitivamente en su Hijo Jesucristo, su Palabra encarnada, que ha librado el combate decisivo contra el mal y su gran expresión y consecuencia que es la muerte. Enfrentándose con ella, entrando en ella, en apariencia derrotado por ella, Jesús la ha vencido por dentro, al sembrar la semilla del bien y del amor en el corazón mismo de lo que parece ser la victoria del mal: la semilla de la libertad (Jesús entrega libremente su vida), de la dignidad (Jesús no se somete ni pacta con las fuerzas del mal), de la Verdad (por cuyo testimonio entrega su vida), del Bien, pues no opone al mal que le aplasta un mal mayor, sino, por el contrario, un bien más poderoso: el del perdón ofrecido a todos y la reconciliación con Dios, abierta como sus brazos en la cruz y su costado traspasado por la lanza.

En esta noche, en este día Jesús realmente muerto, y en verdad vuelto a la vida, nos está diciendo que merece la pena perder a veces humanamente para ganar bienes no perecederos: merece la pena mantener la fidelidad (aunque a veces nos parece que con ello renunciamos a la felicidad inmediata), tratar de vivir en la verdad, renunciar a la venganza, saber pedir perdón con humildad y perdonar con generosidad… Y así un largo etcétera que la Palabra de Dios nos enseña y la vida misma, iluminada por esa Palabra, nos va mostrando.

La Resurrección de Cristo nos dice que es posible no sólo leer la historia en otra clave (positiva), sino vivir “de otra manera” haciéndonos protagonistas vivos y activos de esa “otra historia”, historia de salvación, historia de derrotas aparentes que se convierten en victorias. Para ello es preciso conectarse con el Autor de la salvación, aspirar a los bienes de arriba, que no es sino que nuestra vida esté con él, que nos enseña a vivir de esa otra manera, no sólo para sí (y, tal vez, para el pequeño círculo), el que transforma la muerte en vida. Ese es el sentido del Bautismo, que la liturgia de la noche pascual, en su tercera parte (tras el fuego y la Palabra), en la liturgia del agua, nos invita a renovar. Estamos bautizados en Cristo, esto es, estamos conectados a la fuente de esa vida nueva, de esa posibilidad más alta. De cuando en cuando, y la noche pascual es un momento especialmente privilegiado, necesitamos renovar de manera explícita nuestro bautismo, para recordar que estamos en camino y que este camino tiene todavía recorrido por delante. Pero el bautismo no es un rito mágico, sino el sello de una pertenencia y de una amistad que hay que renovar en el día a día, tratando de vivir de esa “otra manera”, aprendiendo a hacerlo en la escucha cotidiana de la Palabra y alimentando nuestra vida con la comunión en el misterio pascual que renueva la Eucaristía. Cuando al saludarnos con el grito de júbilo “¡Cristo ha resucitado!” respondemos “¡Verdaderamente ha resucitado!”, ese verdaderamente quiere subrayar que no se trata de una conmemoración sólo litúrgica o simbólica: nosotros somos testigos de la resurrección, “que hemos comido y bebido con él después de su resurrección”, cada vez que participamos en la Eucaristía.

Renovamos las promesas bautismales (a veces, siendo testigos del bautismo de los catecúmenos en este noche pascual) al contemplar primero en la noche, en la que ya vislumbramos la luz de la aurora, el sepulcro vacío. El lugar de la muerte ha soltado su presa. No hay que buscar entre los muertos al que vive. Jesús no es un personaje histórico admirable, que ha dejado su huella en la historia y luego, como todos los personajes de la historia, se ha ido, engullido por la voracidad del tiempo. Los que velan y lo buscan, como las mujeres en la noche pascual, reciben señales que dicen que Jesús vive y va a nuestro encuentro.

En la noche las mujeres, presas de la sorpresa y del miedo, no dijeron nada, según suena en esta noche el evangelio de Marcos (que insiste siempre en la dificultad para creer incluso de los propios discípulos; que nadie, pues, se extrañe si siente resistencia ante la noticia). Pero al romper el primer día de la semana, al hacerse la luz, aun incluso sin haber llegado a la plena comprensión (así se nos relata la situación de María Magdalena), el mensaje recibido se convierte en testimonio que llama a los demás discípulos a ir también a ver el lugar en el que Jesús ya no está, para que viendo esa ausencia se abra la luz de la fe: vio y creyó.


Ser cristiano es ver con los ojos de la fe, comunicar lo que hemos visto y creído, en primer lugar, a los otros discípulos: este testimonio mutuo es uno de los fundamentos de la Iglesia; ser cristiano es entrar a formar parte de esta historia “otra”, que transcurre en medio de la historia humana, en la que a veces aparecemos como derrotados y perdedores, aunque, en realidad, salimos victoriosos en aquel que, muerto y resucitado, ha vencido al mundo y vive hoy y reina por los siglos de los siglos.


José María Vegas, cmf

viernes, 6 de abril de 2012

Evangelio comentado. Viernes Santo

Para este Viernes Santo, el comentario sobre el Evangelio de San Juan nos lo ofrece Salviano de Marsella, sacerdote, desde la web evangeliodeldia.org

Hemos realizando la Estación de Penitencia de Nuestra Cofradía en Santa y Apostolica Catedral de Cádiz.

Este año el Stmo. Cristo del Perdón y su Madre María Stma. del Rosario en sus Misterios Dolorosos, han querido reunirnos en Santa Cruz para darnos las fuerzas necesarias para iniciar la preparación de la próxima salida procesional.

Con toda solemnidad hemos trasladado el paso de Misterio a la SIC para que d.m. procesione mañana en la Magna.

El Hermano Mayor y la Junta de Gobierno, queremos agradecer vuestra colaboración a todos los que habéis participado.

A todos, muchas gracias.

- Viernes Santo -

Lectura del santo evangelio según san Juan 18,1-40.19,1-42.


Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.

Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.

Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?".

Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.

Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra.

Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno". Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan".

Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.

Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?".

El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.

Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.

Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".

Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.

La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy".

Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.

El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.

Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.

¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".

Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?".

Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?".

Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.

Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy".

Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?".

Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.

Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.

Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron: "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".

Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".

Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.

Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".

Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".

Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".

Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".

Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".

Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.

Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?".

Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido.

Pilato mandó entonces azotar a Jesús.

Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban.

Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena".

Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!".

Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo".

Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".

Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada.

Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?".

Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave".

Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César".

Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata".

Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey".

Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César".

Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.

Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota".

Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.

Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz.

Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego.

Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'.

Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está".

Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.

Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".

Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.

Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.

Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.

Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.

Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.

El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.

Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos.

Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.

Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.

Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.

En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.

Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.


Palabra del Señor.

Comentario al Evangelio del Viernes Santo Celebración de la Pasión del Señor


Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los que ama El amor de Dios por nosotros es mucho más grande que el de un padre. Lo prueban estas palabras del Salvador en el Evangelio: "Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único para salvación del mundo" (Jn 3,16). Y el apóstol Pablo dice también: "Dios no libró a su Hijo, sino que le entregó por todos nosotros. ¿Cómo no nos dio, con él, todas las cosas?" (Rm 8,32) Porque Dios nos quiere más que un padre ama a su hijo.

Es evidente que Dios nos ama más allá del afecto paternal, él que, por nosotros, no libró su Hijo – y ¡qué Hijo! Este Hijo justo, este Hijo único, este Hijo que es Dios. ¿Podemos decir más? ¡Sí! Por nosotros, es decir por los impíos, por los culpables, no lo libró...

Por eso el apóstol Pablo, para significarnos, en cierta medida, la inmensidad de la misericordia de Dios, se expresa así: "Cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los impíos – ciertamente apenas habrá quién muera por un justo" (Rm 5,6-7). Ciertamente, en este pasaje se nos muestra el amor de Dios. Porque si nosotros apenas moriríamos por alguien justo, Cristo nos demostró que era mejor, muriendo por nosotros que somos culpables. ¿Pero por qué actuó así el Señor?


El apóstol Pablo nos lo enseña cuando dice: "Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros, ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo!» (Rm 5, 8-9)


La prueba que nos da, es que murió por los culpables: beneficio más preciado cuando se concede a indignos... Porque si se lo hubiera concedido a santos y a hombres de mérito, no habría mostrado que era el que da, lo que no se debería dar, pero se habría mostrado como el que sólo devuelve lo que se debe. ¿Qué le devolveremos pues por todo esto?

Salviano de Marsella, sacerdote

jueves, 5 de abril de 2012

Evangelio comentado. Jueves Santo

Para este Jueves Santo, el comentario sobre el Evangelio de San Juan nos lo ofrece Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria dominica, doctora de la Iglesia y copatrona de Europa, desde la web evangeliodeldia.org

Estamos en vísperas de la Estación de Penitencia de Nuestra Cofradía, por ello dentro de unas horas volveremos a dar testimonio público de Fe por la calles de Cádiz y acompañaremos al Stmo. Cristo del Perdón y María Stma. del Rosario en sus Misterios Dolorosos, orgullosos de portar el hábito de nuestra Hermandad.

Desde la Junta de Gobierno, queremos agradecer a todos los que vamos a formar parte del cortejo procesional de una u otra forma, vuestra devoción y cariño que le tenéis a nuestra querida Cofradía.

A todos, buenas Estación de Penitencia.



- Jueves Santo -

Lectura del santo evangelio según san Juan 13,1-15.

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.

Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.

Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?".

Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".

"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte".

"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!".

Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos".

El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios".

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.

Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Palabra del Señor.

Comentario al Evangelio del Jueves Santo en memoria de la Cena del Señor

"Os di ejemplo para que también vosotros hagáis lo mismo»

"Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer" (Lc 22,15). Acordándome de estas palabras de nuestro Salvador, si me preguntáis qué Pascua deseo tener con vosotros a mi vuelta, os responderé: la Pascua del Cordero inmolado, la misma que Él hizo de sí mismo, cuando se dio a sus discípulos. ¡Oh manso cordero pascual, preparado por el fuego del amor de Dios sobre la cruz santísima! ¡Alimento divino, fuente de felicidad, de alegría y de consuelo! Nada falta, ya que para tus servidores tú mismo te hiciste mesa, alimento y servidor... El Verbo, el Hijo único de Dios, se entregó con un inmenso fuego de amor.

¿Quién nos presenta la Pascua hoy? El Espíritu Santo servidor. A causa del amor sin medida que nos tiene, no se contentó con que otros nos sirvieran, sino que él mismo quiere ser nuestro servidor. Es en esta mesa donde mi alma desea estar... para comer la pascua antes de morir... Sabed que en esta mesa, es bueno que nos presentemos a la vez desnudos y vestidos: desnudos de todo amor propio, de todo atractivo por este mundo, de toda negligencia y de toda tristeza - porque una mala tristeza deseca el alma - y revestidos de esta caridad ardiente de Cristo...

Cuando el alma contempla a su creador y esta bondad infinita que encuentra en él, no puede dejarle de amar... En seguida, ama lo que Dios ama y detesta aquello que le desagrada, porque por amor se despojó de mismo... Por deseo de nuestra salvación y del honor de su Padre, Cristo se humilló y se entregó a una muerte ignominiosa en la cruz, loco por amor, ebrio y enamorado de nosotros. Esta es la Pascua que deseo celebrar a mi vuelta.

Santa Catalina de Siena, terciaria dominica,
doctora de la Iglesia y copatrona de Europa

martes, 3 de abril de 2012

Calle Santísimo Cristo del Perdón.

El próximo Jueves Santo a las 12,00 horas (*) se va a proceder a la inauguración de la calle Santísimo Cristo del Perdón.

El Pleno del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz del 28 de noviembre de 2011 en el punto 5º de la sección, a propuesta de la Comisión de Nomenclátor aprobó la denominación de la calle lateral de la iglesia de Santa Cruz que pasará a llamarse calle Santísimo Cristo del Perdón.

Queremos agradecer el apoyo incondicional de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de El Pópulo, de la Asociación de Vecinos del Barrio y al grupo de hermanos que impulsaron esta iniciativa.

(*) La hora fijada podrá variar en función de la visita a Santa Cruz de la Corporación Municipal.

domingo, 1 de abril de 2012

Marcha "Madre del Rosario"

Ya esta disponible en la web la nueva marcha procesional “Madre del Rosario” de nuestro hermano D. Manuel Marvizón Carvallo.

Queremos agradecer a la Banda de Música Pedro Alvarez Hidalgo de Puerto Real y a su director D. Gabriel Vadillo González por su colaboración y por el magnifico concierto que nos ofreció el pasado sábado 24 de marzo dentro del ciclo cuaresmal “Los Lunes de Perdón”.

Tanto el archivo de audio y las fotos son de nuestro hermano Antonio Vela Garrido.

Nuevamente queremos agradecer el trabajo, esfuerzo y dedicación del maestro D. Manuel Marvizón Carvallo, por la magnifica marcha que ha compuesto para nuestra Titular María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos.

Y a la cuadrilla de cargadores del palio y al grupo de hermanos de la Cofradía por la donación de la instrumentación de la marcha.

Podéis escucharla pinchando en el siguiente enlace

http://www.perdonyrosario.es/galeria/multimedia/archivosaudio2.php

Evangelio comentado. Domingo de Ramos.

Ya es Domingo de Ramos, el comentario sobre el Evangelio de San Marcos nos lo ofrece nuestra hermana María del Rosario Garrido Serrano.

Hoy con el inicio de la Semana Santa desde la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, queremos desear a todas las Hermandades que van a procesionar una buena Estación de Penitencia.

Y a todos los que vamos a formar parte de los cortejos procesionales de una u otra forma, recordaros de que somos el verdadero patrimonio que tienen nuestras Hermandades y por ello, debemos dar testimonio público de nuestra Fe. Ahora toca llevar el antifaz en la salida procesional, ya que los únicos protagonistas son nuestros Titulares; pero al día siguiente debemos salir a cara descubierta a dar testimonio de nuestra Fe y sentirnos orgulloso de ser Cofrades todo el año.

- Domingo de Ramos -

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14,1-72.15,1-47


Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte.

Porque decían: "No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo".

Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.

Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: "¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres". Y la criticaban.
Pero Jesús dijo: "Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo.

A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre.

Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura.
Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo".

Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús.

Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?".

El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'.


El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario".

Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

Al atardecer, Jesús llegó con los Doce.

Y mientras estaban comiendo, dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo".

Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro: "¿Seré yo?".
El les respondió: "Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo.

El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!".
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo".

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella.
Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos.

Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".

Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Y Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.

Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea".
Pedro le dijo: "Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré".
Jesús le respondió: "Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces".
Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y todos decían lo mismo.

Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: "Quédense aquí, mientras yo voy a orar".

Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse.
Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando".

Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora.

Y decía: "Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya".

Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:

"Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?
Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".

Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras.
Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle.

Volvió por tercera vez y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.

¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar".

Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos.

El traidor les había dado esta señal: "Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado".

Apenas llegó, se le acercó y le dijo: "Maestro", y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron.

Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.

Jesús les dijo: "Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos.

Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras".

Entonces todos lo abandonaron y huyeron.

Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.

Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.

Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego.


Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban.


Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.

Algunos declaraban falsamente contra Jesús: "Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre'".

Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: "¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?".

El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: "¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?".

Jesús respondió: "Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo".
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: "¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?

Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?". Y todos sentenciaron que merecía la muerte.

Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían: "¡Profetiza!". Y también los servidores le daban bofetadas.


Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Nazareno".

El lo negó, diciendo: "No sé nada; no entiendo de qué estás hablando". Luego salió al vestíbulo.

La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes: "Este es uno de ellos".

Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro: "Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo".

Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando.

En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces". Y se puso a llorar.

En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.

Este lo interrogó: "¿Tú eres el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "Tú lo dices".

Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él.
Pilato lo interrogó nuevamente: "¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!".

Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato.

En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo.

Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición.

La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado.

Pilato les dijo: "¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?".

El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia.

Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás.

Pilato continuó diciendo: "¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?".

Ellos gritaron de nuevo: "¡Crucifícalo!".

Pilato les dijo: "¿Qué mal ha hecho?". Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: "¡Crucifícalo!".

Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.

Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia.

Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron.

Y comenzaron a saludarlo: "¡Salud, rey de los judíos!".

Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje.

Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.

Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús.

Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: "lugar del Cráneo".

Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó.

Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno,

Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: "El rey de los judíos".

Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: "¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!".

De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo!

Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!". También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.

Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: "Eloi, Eloi, lamá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".

Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías".

Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo: "Vamos a ver si Elías viene a bajarlo".

Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.

El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: "¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!".

Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.

Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto.

Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.

María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.


Palabra del Señor.


Comentario al Evangelio del Domingo de Ramos

Con la celebración del Domingo de Ramos la Iglesia nos invita especialmente a acompañar a Cristo viviendo su pasión y su muerte en la Cruz

Ante el misterio de la pasión que es la cumbre de ese amor tan grande que tiene Cristo por la Iglesia y por sus hijos. El señor nos muestra el deseo de su corazón de padecer por nosotros, porque el sabía que sería la noche de su traición y le pedía a sus discípulos que orasen con El

¿Uno de ustedes me va a entregar? Los apóstoles no caen en el dolor de Cristo, ni el amor que les tiene el Padre y Cristo Jesús se fue al huerto de los olivos y le dijo a sus discípulos que orasen con el pero otra vez le fallaron y se los encontró dormido. Apareció Judas con un tropel de gente, es el amigo traidor e infiel, que luego comprendió que no era feliz y acaba en la desesperación “He pecado y entregado a la muerte a un inocente fue y se ahorco”.

En el Misterio de la pasión se revela la misericordia del Padre por sus hijos pecadores al pagar un precio muy alto, la sangre de su único hijo Jesús dando un fuerte grito expiró, todo se ha consumado y el mundo esta redimido.

Que la Semana Santa sea para todos nosotros una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dados en Cristo.


ORACIÓN:

Que este amor que Cristo nos ha dado, lo demos nosotros especialmente a los que sufren y a los más necesitados.

Amén.

María del Rosario Garrido Serrano
Hermana