domingo, 2 de diciembre de 2012

Primer Domingo de Adviento.


P R I M E R  D O M I N G O  D E  A D V I E N T O

Dios Padre con ángeles apareciéndose entre las nubes. Autor Paolo Farinati. Museo Nacional del Prado.


Evangelio: Lucas 21, 25-28. 34-36

"Se acerca vuestra liberación"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. 

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. 

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. 

Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. 

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre".


La meditación de este Evangelio, nos la ofrece el Rvdo. P. Julián Fernández López-Terradas, Prior de la Orden de San Agustín en Cádiz.

M E D I T A C I O N

Se acerca vuestra liberación
“Estad despiertos, vigilad” 


Vivir y ser adviento

Damos comienzo a un nuevo tiempo litúrgico, el adviento. Tiempo de promesas y de esperanzas. Es verdad que corremos el riesgo de la rutina, siempre es lo  mismo, las mismas palabras, los mismos signos,…y nos cerramos,  no sabemos ver al gran valor que este tiempo puede aportar a nuestras vidas y a la realidad que nos ha tocado vivir. Estoy convencido que con Jesús en medio la vida tiene la oportunidad de tomar otro color

El adviento exclama: “ven, Señor, Jesús”, te esperamos en un  nuevo adviento, acércate a nuestra “casa”, hazte presente y comparte nuestra mesa; siéntate y llena de contenido nuestra vida humana y cristiana, y fortalece nuestra esperanza.

Pero sabemos que el adviento es más una actitud que un espacio temporal. El tiempo termina mientras que la actitud se puede hacer cada vez más fuerte. El espacio temporal se olvida mientras  que la actitud hecha vida se puede consolidar, echar raíces y dar fruto  llegando a ser la sal que da sabor y la luz que ilumina. “No dejemos que la sal se vuelva sosa y la luz se apague” (Benedicto XVI) Es por esto, que podemos hablar de vivir el adviento y también de ser adviento. Vivir en la esperanza, la presencia de Jesús y ser sus testigos y sembradores de la misma.

La actitud primera en este tiempo litúrgico en especial y en todo tiempo en particular es la de vigilar, la de estar despiertos, atentos, pendientes. Jesús vino y vendrá, pero, sobre todo, sigue viniendo, sigue haciéndose presente, cumpliendo su promesa: “estaré con vosotros todos los días…”  La venida de Jesús exige acogida por parte del ser humano, hacerle un lugar en el corazón donde Él quiere nacer y reinar.

Este encuentro con Jesús nos ha de llevar a ser adviento. En una sociedad tan convulsa, ser constructores de paz;  en una realidad familiar que sufre no sólo por penurias económicas, sino también por falta de comprensión, diálogo, ayuda mutua,…ser generadores de comunión; en los ancianos que sienten la fría soledad y el abandono, que con nuestra mirada, cercanía, apretón de manos, tiempo dedicado a ellos puedan sentirse queridos y valorados; en medio de una juventud desesperanzada, perdida en miles de atajos y veredas que despersonalizan, rompen el alma y no conducen a puerto cierto, presentar la antorcha de la fe hecha testimonio. Ante la ausencia de Dios que sufre nuestro mundo, mientras  se le tiene como algo inútil o guardado en el baúl de los recuerdos, ofrezcamos la alegría de creer en el Padre que quiere estar junto a nosotros en el camino de la vida.

Jesús cada día llama a nuestra puerta, quiere entrar a nuestro corazón, pero ni  fuerza ni exige, sólo propone. Esa puerta sólo se puede abrir desde dentro: “mira que estoy a la puerta y llamo”. Abrámosle para que encienda en nosotros las lámparas del amor, de la esperanza, de la fe y de la oración.

Hermanos, alegrémonos, se acerca nuestra liberación. Él no viene a juzgar, sino a dar vida porque es misericordioso.


P. Julián Fernández López-Terradas


En nombre de la Junta de Gobierno de esta Venerable Cofradía queremos agradecer la colaboración del P. Julián.

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