lunes, 22 de octubre de 2012

Cuarto Misterio Doloroso. Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario.


Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario

Jesús con la Cruz a cuestas. Autor Sebastiano del Piombo. Museo Nacional del Prado


«Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Lo condujeron al lugar del Gólgota, que quiere decir de la "Calavera"» (Mc 15, 21-22). 


«Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre, acepta su muerte como redentora para "llevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero" (1P 2, 24)» (CIC, 612).

La meditación de este misterio, nos la ofrece el canónigo de la S.A.I. Catedral de Cádiz el Rvdo. P. D. Oscar González Esparragosa,

M E D I T A C I O N

Jesús con la Cruz a cuestas

En tiempos de Jesús, los condenados a morir crucificados debían cargar con la cruz hasta el lugar del ajusticiamiento. Y, mientras el madero vertical era previamente colocado sobre el suelo, en el lugar de la crucifixión, el madero horizontal (“patibulum”) era cargado por el mismo reo hasta el lugar donde se ejecutaba la condena. 

Jesús apenas le quedaron fuerzas para cargar con la cruz. Había sido flagelado brutalmente con látigos especiales que desgarraban la piel y provocaban una gran pérdida de sangre. Eran cuarenta azotes. Se sabe que algunos condenados no lograban sobrevivir al tormento. Por eso, no es de extrañar que los romanos tuvieran que echar mano de uno de los presentes, Simón de Cirene, para que ayudara a Jesús, tremendamente debilitado, a cargar con la cruz.

La Virgen María presenció el paso tambaleante de su Hijo, desfallecido bajo el peso aplastante de una injusta cruz. El cuarto misterio doloroso del santo Rosario nos invita a unirnos a Ella para contemplar, desde sus mismos ojos, y desde su mismo corazón, a Jesús que avanza lentamente hacia el Calvario, cargado con la cruz.

¡Qué difícil es cargar con las cruces que no merecemos, pero que las circunstancias de la vida, o el pecado de nuestros semejantes, descargan sobre nuestros hombros! En esos momentos, se hace preciso que contemplemos, una y otra vez, la mansedumbre y la caridad de Jesús. De Él aprenderemos a ofrecer al Padre nuestra fidelidad, aún en medio del misterio de oscuridad y dolor que envuelve nuestras experiencias de cruz: una enfermedad grave, la pérdida del puesto de trabajo, la muerte de un ser querido, el dolor de una calumnia, la injusticia padecida, la ingratitud de quienes no supieron agradecer el bien que les hicimos…  

Y ojalá nosotros también aprendamos, del gesto de Simón de Cirene, a acercarnos a quienes caminan agobiados bajo el peso de su cruz, y ayudarles, aunque no forzados, sino de buena gana. Sabiendo que todo el bien que podamos hacer al hermano que sufre Jesús nos lo premiará como si lo hubiéramos hecho a Él mismo. 

P. Oscar González Esparragosa


En nombre de la Junta de Gobierno de esta Venerable Cofradía queremos agradecer la colaboración del Padre Oscar con esta campaña.

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