CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
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Evangelio: Lucas 1, 39-45
"¿Quién soy yo para que me visite
la madre de mi Señor?"
En
aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo
de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En
cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó
Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién
soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá".
La meditación de este Evangelio, nos la ofrece el Padre Ignacio
Sánchez Galán, Superior de la comunidad
Marianista de san Felipe Neri de Cádiz.
M E D I T
A C I O N
Hoy escuchamos en la
narración del evangelio de Lucas cómo el saludo de María afecta a la persona y
al vientre de Isabel. En cuanto el saludo llega a los oídos de Isabel, la
criatura salta de alegría en su vientre y se llena del Espíritu Santo.
Ella proclama su
experiencia de María como la bendita, fiel, la elegida y madre de su Dios. Esta
experiencia de Isabel nos invita a experimentar la presencia de María en
nuestras vidas y nos anima a ser como Ella, que confió plenamente en el mensaje
del ángel Gabriel y, llena del Espíritu Santo, se apresuró a ayudar a su prima
Isabel.
Nuestra experiencia será
como la de María si damos cabida a Dios en nuestras vidas, y nos dejamos mover
por el Espíritu, sin tener otra motivación, más que acercarnos a servir a los
hermanos necesitados.
La segunda lectura del
cuarto domingo de adviento, de la carta a los Hebreos, nos invita a ofrecer
nuestra vida a Dios como una ofrenda agradable y digna a sus ojos. No
necesitamos, los cristianos, ofrecer holocaustos ni ofrendas de cereales que
sean aceptadas por Dios para ser purificados de nuestros pecados, sino más bien
ofrecer la totalidad de nuestro ser a Dios, para que como María, podamos ser
bendecidos y elevados a lo alto.
Todos nosotros somos hijos
en el Hijo, Jesucristo nos invitó a llamar a Dios Abbá, Padre, y a pesar de
nuestras contradicciones, limitaciones y pecados, Dios nos reconcilia y hace en
nosotros obras grandes. El profeta Miqueas en la primera lectura nos lo
recuerda: Dios hará por medio de nosotros obras grandes.
El texto de la Visitación ilumina
nuestra situación actual marcada por el sufrimiento de tantos a causa de la
crisis. Nos invita a salir al encuentro del necesitado. Eso es lo que han hecho
las comunidades cristianas: parroquias, colegios, religiosos, cofradías,
Caritas… salir en defensa del pobre, asistiéndoles en sus necesidades y
denunciando las injusticias.
La santidad, decía el
concilio Vaticano II, es para todos los bautizados. Es santo quien se asemeja a
Jesucristo, el Santo, vive como Él nos enseña con su vida y su evangelio. Pero
realizar esto plenamente en nuestra vida es solo posible abriendo el corazón a
la acción del Espíritu Santo. Es el Espíritu el que nos renueva personal y
comunitariamente.
Como María tenemos que
decir “hágase en mi según tu Palabra” y “aquí está la esclava del Señor”. La fe
nos abrirá a un horizonte nuevo marcado por la alegría y la esperanza,
reproduciremos las palabras de Isabel “feliz Tú que has creído porque lo que ha
dicho el Señor se cumplirá”.
Muchas felicidades a todos
los feligreses de Santa Cruz y la
Merced y en especial a los hermanos de la querida cofradía
del Perdón. Rezo por vosotros y os acompaño con mi afecto.
P.
Ignacio Sánchez Galán,
comunidad
Marianista de san Felipe Neri de Cádiz.
En nombre de la Junta de Gobierno de esta
Venerable Cofradía queremos agradecer la colaboración del Padre Ignacio.
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