Oraciones Diarias
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El ángel les dijo: "Dejad de temer, pues os anuncio una gran alegría , que lo será para todo el pueblo: Os ha nacido un Salvador que es el Cristo Señor en la ciudad de David. Esto os servirá de señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales reclinado en un pesebre". Y en seguida se juntó al ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que El ama". (Lc, 2. 10-14)
ANTÍFONAS DE LA O - IV
OH LLAVE DE DAVID
y Cetro de la casa
de Israel,
que abres y nadie
puede cerrar,
cierras y nadie
puede abrir,
VEN
y libra a los
cautivos
que viven en
tinieblas y sombra de muerte
Todavía no hemos llegado a ese estado
ideal, utópico sin duda, de «an-arquía», en el que cada uno sea su propio rey y
su propio juez, en el que no se necesiten gobernantes, ministros, jueces,
guardias ni policías, porque cada uno sigue los dictados de su conciencia
rectamente formada, porque todos se dejan guiar por la ley del corazón.
El cetro y las llaves son signo del
poder y de la autoridad judicial. ¿Quién tiene hoy las llaves de la ciencia y
la tecnología; las llaves de las finanzas y la economía; las llaves del
armamento nuclear; las llaves de la comunicación, de la palabra y de la imagen;
las llaves de la justicia y del derecho? ¡Llaves poderosísimas! ¿Cómo se usan
esas llaves?
Hay quien las utiliza para dominar,
para conseguir intereses propios o partidistas, para el enriquecimiento o
glorificación personal. Recordad el caso de Sobna, que suena a soborno y
corrupción (cf. Is 22,19). Hay quien utiliza el poder de las llaves para
oprimir y matar.
De momento, echamos de menos una
verdadera autoridad, que sea limpia y segura, que no engañe ni se corrompa, que
piense en el bien del pueblo y no en su propio interés. Que sus modos y estilos
de gobernar sean humildes y cercanos. Que sus decisiones sean firmes y
oportunas. Que se gane el aprecio y la confianza del pueblo.
Y lo mismo digamos de la justicia. Si
ha de haber jueces, que sean hombres dignos, capaces, independientes. Jueces
que no quisieran juzgar, que les duela en el alma cada sentencia condenatoria.
Jueces sensibles y humanos. Jueces que miren por los desvalidos, a quienes
nadie hoy escucha, y que no miren tanto a los poderosos. Jueces que nunca, en
ningún sentido y por nada, se vendan.
Por eso se nos van los ojos hacia aquel que camina con un
Cetro gracioso en su mano, que lleva colgado al hombro unas Llaves misteriosas,
una se llama Justicia y otra Amor, que «lleva escrito un nombre en su manto y
en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores» (Ap 19, 16). Es un rey, pero que
no viene a ser servido, sino a servir; que no se sienta en tronos, sino que
camina con los humildes. Sus palabras son sentencias, pero que no condenan,
sino que salvan. No ha venido a condenar, sino a salvar. Es un juez que quita
cargas y que inspira confianza.
Ven, Príncipe divino,
sácanos de este loco y sombrío
laberinto en que nos encontramos,
y condúcenos al reino de la verdad y de la libertad.
y condúcenos al reino de la verdad y de la libertad.
Ven a imponer el derecho y la
misericordia con tu divino Cetro.
Ven a abrir todas las cárceles,
las de la ciudad y las del alma,
con tus Llaves prodigiosas.
las de la ciudad y las del alma,
con tus Llaves prodigiosas.
Ven a hacernos libres.
Ven a hacernos reyes.
Ven, Señor, que das señorío.
Ven, Llave que abres todos los corazones.
Ven, Señor, que das señorío.
Ven, Llave que abres todos los corazones.
RAFAEL
PRIETO RAMIRO
VEN... ADVIENTO Y NAVIDAD
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